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Los zapotecos son uno de los pueblos indígenas más antiguos y reconocidos de México. Su cultura, dioses y civilización han dejado una poderosa huella en la historia de este país y siguen siendo una parte fundamental de su identidad.

La civilización zapoteca se desarrolló en el valle de Oaxaca, en el estado de Oaxaca, al sur de México. Se cree que su origen se remonta al menos al año 500 a.C. y su apogeo se dio entre los años 200 y 900 d.C. Los zapotecos eran conocidos por su avanzada arquitectura, su sistema de escritura jeroglífica llamado códice zapoteco y su habilidad en la agricultura, especialmente en el cultivo del maíz.

La religión zapoteca estaba fuertemente ligada a la naturaleza y a la adoración de dioses relacionados con los elementos como el sol, la luna y el maíz. Entre sus deidades más importantes estaban el dios del maíz, Cocijo, deidad de la lluvia y el trueno, y Pitao Cozobi, dios de la vida y la muerte. Los zapotecos realizaban distintos rituales y ceremonias para agradecer a los dioses por las cosechas y pedir su protección.

La cosmovisión zapoteca también se reflejaba en su arte y arquitectura, como se puede apreciar en las increíbles ruinas de Monte Albán, la antigua ciudad zapoteca situada en lo alto de una colina con imponentes pirámides y palacios. Además, los zapotecos desarrollaron una notable cerámica con motivos geométricos y zoomorfos que han perdurado hasta nuestros días.

Hoy en día, los zapotecos mantienen viva su cultura y tradiciones a través de sus vestimentas, música, danzas y festividades. Además, continúan hablando su lengua zapoteca, una de las lenguas indígenas más habladas en México.

En resumen, los zapotecos son una cultura profundamente arraigada en la historia de México, con una rica herencia cultural, religiosa y arquitectónica que ha dejado una marca indeleble en el país. Su legado sigue vivo en la actualidad y es motivo de orgullo para todos los mexicanos.